Secuestrada
de

Empecé a leer Secuestrada de Anna Zaires por curiosidad. Ya sé que va a sonar muy raro, pero siempre me ha llamado un poco la atención todo ese asunto del secuestro como detonante traumático de una historia de amor. No penséis mal de mí, que hemos leído cosas peores (como hermanos que se lían o señoras que se acuestan con señores pensando en su esposo muerto). Cuando me refiero a este tema, no me refiero a que te secuestre Marianico El Corto o Torrente, ni siquiera José Coronado, me refiero a que lo haga David Gandy, preferiblemente con el slip blanco que lleva en el anuncio de Dolce & Gabbana. Vamos, un secuestrador buenorro, que no te toca ni un pelo, y que se enamora de ti locamente. Algo así como una versión ampliada de Siete novias para siete hermanos. Por eso empecé con Secuestrada, que, como su propio nombre indica, va precisamente de eso.

El cisne de papel
de

Empecé a leer El cisne de papel de Leylah Attar con verdadero entusiasmo. No solo fue por las buenísimas críticas que encontré en Goodreads, la propia trama me pareció fascinante: ¡Una historia de amor que surge de un rapto! Aunque suene un poco a síndrome de Estocolmo, y a estar más colgado que una regadera, el asunto tiene su aquel, ¿no creéis? Además, en peores plazas hemos toreado, ¿verdad?

La pareja de al lado
de

Hace algunos días, os comentaba por Facebook que un extraño paquete había llegado a casa. Era La pareja de al lado, el libro de Shari Lapena que se publicará en España el próximo 12 de enero. Por cortesía de @megustaleer y de Penguin Random House, he tenido la oportunidad de leer esta novedad anticipadamente. Ya visteis lo currado que estaba el envío, con el libro envuelto en papel de períodico… ¿Qué os puedo decir? Me encantan estas cositas…

Maldad latente
de

El mayor reclamo de «Maldad latente» de Sandra Brown era, sin duda, la extraña unión que proponía entre novela negra y romántica. En verdad, una mezcla difícil de encontrar y de llevar a cabo de manera exitosa. Yo, que como sabéis no soy amante de la novela policíaca, me atreví a leerla porque me llamaba la atención el asunto del secuestro. Sí, ya sé que soy un poco rarita — en realidad, después de lo que hemos leído, todas los somos — pero tenía cierto interés en todo lo relacionado con el síndrome de Estocolmo y las relaciones que comienzan en circunstancias tan fatales. Admito que aquellos años de lectura desenfrenada sobre BDSM han hecho mella en mí.

Tú te vas, tú te quedas
de

Últimamente, siempre que pasaba por mi mesa de superventas, me encontraba con la inquietante portada de Tú te vas, tú te quedas de M. J. Arlidge, ¡y os juro que me miraba fijamente desde detrás de sus letras rojas y brillantes! Me informé. Vi que se trataba de novela negra, lo que no me convenció demasiado. Luego averigüé que era un auténtico bestseller en el Reino Unido, lo que lo mejoró, aunque no del todo.