Cuatro por cuatro
de Sara Mesa

Cuatro por cuatro arranca con la historia de unas chicas, lideradas por Celia, que se han fugado de un colegio pero que son atrapadas y devueltas a la institución. El colegio del que huían, el Wybrany College, es un internado incomunicado del exterior y destinado a los hijos de familias acomodadas, los únicos que pueden aspirar a salvarse de un mundo en descomposición en el que la vida en la ciudad se ha hecho imposible. Pero el Wybrany College también acoge a los llamados «especiales», chicos becados cuyos padres trabajan al servicio del proyecto. Las relaciones entre ambos grupos y entre ellos, los profesores y los miembros de la Dirección internarán al lector en un microcosmos dominado por la manipulación y el aislamiento. Con una narrativa fragmentaria, indirecta y muy depurada, la primera parte de la novela es como un enigma que se completará más adelante. En la segunda parte la perspectiva cambia con la irrupción de Isidro Bedragare, un profesor que recoge en un diario su particular visión de los hechos acaecidos en el internado y que, a su vez, también esconde un secreto. Narrada con un peculiar estilo entre la insinuación y las zonas de sombra, el lector irá descubriendo un universo literario autosuficiente, inquietante y enigmático, definido por unas normas que apelan a las relaciones de poder entre los distintos personajes y una violencia sórdida, latente, siempre a punto de estallar. Sara Mesa ahonda en la construcción de un espacio literario propio, siempre en los límites de la realidad, con personajes marcados por la desolación y la impotencia, el humor soterrado y un sutil poso crítico. La novela es, en realidad, un canto a la libertad mediante la mostración de su reverso: la opresión, el aislamiento y el miedo al exterior generan monstruos.

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Reseña

A lo tonto, a lo tonto, me estoy haciendo muy muy fan de Sara Mesa. Si, hace unos meses, disfrutaba de lo lindo con Cicatriz, hoy le toca el turno a su Cuatro por cuatro, que, en 2003, fue Finalista del Premio Herralde de Novela.

Es curioso lo que nos puede evocar o adónde nos puede transportar un autor con sus palabras. También, es sorprendente cómo nuestro cerebro las asimila. A partir de ellas, crea un universo paralelo. Es algo que siempre me ha impresionado; la capacidad de nuestras mentes configurando escenarios. Cómo, cuando cerramos el libro, ya sea por un segundo, ya sea por unas horas, ya sea por unos días, y volvemos a abrirlo, esos escenarios siguen ahí, inmutables, igual que los dejaste, porque son así y siempre lo serán. Lo realmente acojonante es cuando ves esos lugares, extrapolados a la gran pantalla, y los reconoces como si ya hubieras estado en ellos, como si los hubieras visitado. Siempre me he preguntado si es fruto de la gran habilidad descriptiva del autor o de nuestra mente colectiva. Nunca deja de sorprenderme.

Tampoco deja de sorprenderme que, cada vez que leo algo de Sara Mesa, todo lo que en sus novelas acontece está teñido de un color amarillo, un amarillo polvoriento, sucio e implacable. Será porque las historias de la autora son tan rotundas, tan crudas, tan despiadadas, que no hay lugar para el color y todo parece amortiguado, como cuando tienes una inmensa gripe, como si te encontraras dentro de una pesadilla.

¿Pero de qué va Cuatro por cuatro? Como ya os comenté en la reseña de su novela anterior, las buenas novelas suelen ir de muchas cosas y son difíciles de explicar. El señor (o la señora) que escribió la sinopsis del libro (la de la trasera) lo resume todo en que la novela es, en realidad, un canto a la libertad mediante la mostración de su reverso: la opresión, el aislamiento y el miedo al exterior generan monstruos. Para mí, la novela trata sobretodo del poder; del poder como arma de control; del poder como arma de sumisión.

En Cuatro por cuatro, Sara Mesa nos sumerge, de nuevo, en una atmósfera opresiva, densa, irrespirable, donde el que tiene el poder es el que domina y gana, aunque éste no tenga por qué ser el más fuerte o el mejor. Configura un microcosmos — el internado — cruel y opresivo, donde las relaciones personales se configuran en torno al poder y, como contrapunto, a la alineación. La alienación, la sumisión, la aceptación silenciosa de ese poder, la sumisión para alcanzarlo, para sobrevivir. Utilizando diferentes narradores y tipos de narración, la autora consigue con nos integremos en ese universo que es, a la vez, cárcel y refugio, donde lo que se calla y lo que se dice construyen la propia realidad.

En fin, después de leer Cuatro por cuatro solo tengo ganas de seguir «conociendo» más de Sara Mesa. Como en la anterior reseña, os recomiendo Cuatro por cuatro muchísimo: una novela poco convencional que no os dejará indiferentes. ¡Prometido!

Escrito por El Ojo Lector

Soy El Ojo Lector y me encanta leer. Vivo en Sevilla (Andalucía, ES), con mi novio y mi chihuahua-pantera Panchito. Soy fanática de Los Beatles, me encantan los frijoles, el sushi, los macs, el Real Betis Balompié y las películas de Rocky. Desde 2008, leo y reseño en la sombra. Recomiendo libros. No esperes críticas edulcoradas; no las encontrarás, para bien o para mejor :)