Diciembre fue un mes prolífico, de esos en los que se leen muchos libros de manera compulsiva. No obstante, como podéis ver, además del cambio de dominio, enero ha sido un mes bastante flojito.

Para que el blog no se quede tan parado durante estos días entre libro y libro, he pensando – además de intentar dar información sobre libros interesantes, que quiero leer, comprar o robar; anunciar próximas publicaciones y, por supuesto,  publicar mis reseñas – proponer una nueva iniciativa: El poema de la semana.

Por experiencia propia, creo que la gente suele tener mucho miedo a la poesía. Piensa que no la comprendería, que sólo sirve para decir cursiladas y que, definitivamente, un poema gana más en alguna canción de Serrat o de Joaquín Sabina. Yo pienso que la poesía, a diferencia de la prosa, llega directamente al alma. Es algo que no se percibe tanto con el cerebro como con el corazón y con nuestro sexto sentido (para el que lo tenga, claro). Hubo una época en mi vida en la que me obligaba constantemente en «traducir» e «interpretar» cada poema que pasaba por mis manos. ¿Qué quiere decir el autor? ¿Es esto una metáfora o una metonimia? Los resultados eran desastrosos. Lo que para mi significaba «blanco» para el resto del mundo significaba «negro». Me costó bastante tiempo comprender que era una estupidez entregarse a un poema de una forma lógica y racional, había que leer con el corazón y en voz alta: como mejor se entiende la poesía es recitándola.

Por ello, he pensado recordar, cada semana, uno de mis poemas favoritos y, así,  ¿crear afición? Espero no aburrir mucho.

Escrito por El Ojo Lector

Soy El Ojo Lector y me encanta leer. Vivo en Sevilla (Andalucía, ES), con mi novio y mi chihuahua-pantera Panchito. Soy fanática de Los Beatles, me encantan los frijoles, el sushi, los macs, el Real Betis Balompié y las películas de Rocky. Desde 2008, leo y reseño en la sombra. Recomiendo libros. No esperes críticas edulcoradas; no las encontrarás, para bien o para mejor :)