La vieja sirena
de Jose Luis Sampedro

Egipto, siglo III. Época de cambios y confusión. Dos grandes imperios, el romano y el persa, inician una lenta decadencia. La protagonista, envuelta en su belleza y misterio, recorrerá un apasionante itinerario hasta llegar a Alejandría, donde dos hombres marcarán su destino: Ahram el Navegante, hombre de acción sediento de poder, y el filósofo Krito, poseedor del don de la palabra.

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Reseña

A un día de la terrible vuelta al trabajo, he terminado «La vieja sirena» de José Luis Sampedro, el último libro de las vacaciones, la última lectura del verano. ¿Qué puedo decir sobre él? Para empezar comentaré que es una obra que ha despertado en mi filias y fobias. No puedo decir abiertamente que me ha gustado, pero tampoco puedo decir que me ha decepcionado. «La vieja sirena» ha sido un libro que ha estado en los anaqueles de mi librería por mucho tiempo. Encontré la referencia en una de mis singladuras en busca de nuevos libros, hace ya varios años. Por lo que puedo recordar, era una lectura recomendada por todo aquel que había accedido a ella. Por ello, la compré, pero la sobriedad de su carátula y sus páginas (edición de bolsillo) la hizo pasar, por mi estanterí,a sin pena ni gloria, hasta hace unos días, cuando no encontraba nada decente que leer. Expondré, por tanto, por partes, lo que me ha gustado y lo que no:

¿Qué me ha gustado?

Lo que más me ha gustado es que me ha recordado muchísimo a un libro que tuve la ocasión de leer en mi juventud y que me gustaría volver a retomar, de nuevo, más adelante: «Sinuhé, el Egipcio«. En este sentido, al igual que la historia de Mika Waltari, la acción se desarrolla en el Antiguo Egipto, concrétamente, en la hermosa ciudad de Alejandría. Por lo tanto, los que siempre hayan tenido fervor por saber más sobre su maravilloso faro, han dado con el libro adecuado. A diferencia de la de Sinuhé, está historia se desarrolla un poco más adelante en el tiempo, cuando Alejandría es un crisol de culturas, cuando los antiguos dioses declinan y van apareciendo las religiones monoteistas.

La de Sampedro no es una novela de aventuras; es, en cambio, una historia de poder, ambición, amor y sexo. Más íntimamente, una lucha entre la ética y la estética, el hombre y la mujer y la razón y el corazón. La prosa es excelente; está muy bien escrito. Es una novela que se percibe con los cinco sentidos: casi puedes oler el aroma de las ciudades y jardines, casi puedes sentir el tacto de la seda y el marfil. En muchos sentidos, es como leer un poema hecho libro…

¿Qué no me ha gustado?

Aunque lo he leido en relativamente poco tiempo, con un ritmo de lectura bueno y con buena predisposición, a veces, se me ha hecho demasiado tedioso. Casi la mayor parte de los pasajes del libro, recogen momentos de cavilaciones de los personajes y, muchas veces, el ritmo de los pensamientos -aunque magistralmente escrito por el autor: porque en esos pensamientos he visto mucho de los mios propios en lo repetitivo y caótico- llega a cansar un poco. En muchas ocasiones sientes que el libro no avanza.

Por otro lado está la mención al sexo. Probablemente sea muy puritana y que el autor no pretendiese otra cosa sino causar en el lector tal efecto, pero me ha asqueado un poco todo lo que aparece en el libro relativo a este aspecto. Bien es cierto, que antes de la propagación del cristianismo, en la cama (o en la cuadra) todo estaba permitido… pero creo que en este libro hay más sexo del que mi estómago puede aguantar. Sé que quedaré de puritana, pero qué queréis… tengo parte de mi mente quiere vivir en la inocencia.

En definitiva…

Este libro hay que leerlo para opinar. Yo lo he hecho y no estoy en disposición de recomendarlo o no hacerlo. Si te gusta el Egipto antiguo; si, como a mí, te apasionó «Sinuhé el egipcio» y si eres hombre, es probable que te guste este libro. Si por el contrario, no te gustan los libros donde no hay demasiado diálogo, donde las cosas no se dicen de manera explícita y donde se ahonda en las personalidades de los personajes, no lo leas.

¡Espero ser de ayuda!

Escrito por El Ojo Lector