[NOTA: Antes de empezar a leer este artículo, es aconsejable que hayas leído Dead ever after, el decimotercero y último libro de la saga Vampiros Sureños de Charlaine Harris. Este post NO es la reseña de Dead ever after (puedes leerla aquí)]

En los primeros libros, nadie daba un duro por Eric Northman. Era frío y malvado, y todo presagiaba que el bueno de Bill se quedaría para siempre con la chica. Sin embargo, a mi no me engañaron los ardides de Charlaine Harris. Desde la primera vez que apareció en Muerto hasta el anochecer, el sheriff del Área 5 me tuvo totalmente en el bolsillo. Si me seguís, sabréis que es cierto. No me voy a suicidar, ni voy a mandar emails amenazantes a la autora, ni siquiera voy a insultarla (aunque me he desquitado bastante en este sentido en la intimidad de mi hogar). Sin embargo, de alguna manera entiendo que muchas personas a lo largo y ancho del planeta estén desesperadas. Yo lo estoy en parte, aunque con el modo-asesino-psicópata todavía en  offDead ever after es surrealista e indignante, y el trato que recibe Northman, repugnante. Si a todo ésto sumamos el hecho de que hay gente muy loca y desesperada en este mundo, sólo puedo decir… ¿Qué has hecho, señora Harris?

Cuando empecé Dead ever after, había olvidado muchos detalles de la historia: no me resultaban muy familiares los personajes secundarios, y, de hecho, confundía muchas tramas de la serie de televisión con lo acontecido en los libros. Sin embargo, la primera vez que Eric Northman hizo aparición en escena, con un diálogo en condiciones, aunque fuera para que Sookie lo sacara definitivamente de su vida, fue como volver a casa. Me encanta el personaje, aunque Charlaine Harris y Alan Ball se empeñen, desde hace tiempo, en denostarlo… No tengo remedio, me encanta, me encantará, y odiaré de por vida a Charlaine por haberlo tratado de esta manera. En definitiva, por no darle, al menos, un final digno.

Apróximadante, a partir del 40% del libro, Eric, como personaje activo, desaparece. Tampoco es que fuera muy activo a lo largo de ese 40%, no digamos durante el libro doce, sin embargo, a partir del momento que os comento, Eric es historia. Más que triste, me resulta doloroso, ya que, en menos de 6 páginas, Harris se carga sin ningún tipo de miramiento su relación con Sookie; la misma que había ido construyendo, granito a granito, a lo largo de toda una saga.

No lo entiendo, ni lo entenderé, pero es así de frío, triste y cutre. Es algo, a mi modo de ver, antinatural, incluso. Cuando el nombre de Eric salía a colación en partes posteriores del libro, sentía una especie de vergüenza ajena mezclada con intensa rabia. Pensaba: ¿Cómo tiene Charlaine la poca vergüenza de nombrarlo después de lo que le(nos) ha hecho? Evidentemente, es imposible no hablar de él, es imposible emparedarlo en un ala del castillo y hacer como si no hubiera existido porque, al fin y al cabo, ha sido el protagonista, junto a Sookie… ¡en al menos 8 libros!!

Antes, me preguntaba por qué odiaba tanto la autora a un personaje que ella misma había creado, y promocionado. Aunque ella diga que no es así, que las lectoras hemos suspirado por Eric por iniciativa propia, como si por iniciativa propia también pudiéramos hacerlo por Andy Bellefleur, lo cierto es que ha sido ella la que ha vendido miles y miles de libros explotando la relación Sookie/Eric. Pero bueno, también dice que sus libros no se engloban dentro del romance paranormal. A lo mejor, esta saga es una secuela de Crimen y Castigo, y no nos hemos dado cuenta. El caso es que los hechos son los hechos. Desde que Sookie manda a Bill al garete, incluso, podríamos decir, desde aquella fiesta bacanal con un Eric embutido en mayas, estos libros siempre han ido acerca de Sookie y Eric. ¡No nos lo hemos inventado, señora!

Ahora saldrán al quite las seguidoras de Quinn, de Alcide, de Sam… y, venga, ya que nos ponemos, las de Andy Bellefleur. Porque digo yo que si hay personas que creían que lo lógico era que Sookie terminara con Sam, también las habrá que piensen que Andy Bellefleur se merecía acabar con la rubia telépata. Hasta las últimas páginas de Dead ever after, Sookie no hace nada con Sam que no haya hecho con Andy, y viceversa… así que, no hay que descartar teorías ni el poder imaginativo de las lectoras, ¿verdad?

En fin, bromas aparte, igual que antes me preguntaba por qué Charlaine odiaba tanto a Eric, ahora, directamente, me planteo por qué odia tanto a sus fans o, al menos, a las que suspiran por Northman. Evidentemente, ella tiene una corte de aduladores que, con un libro como Dead ever after en las manos, sólo son capaces de esgrimir comentarios del tipo: «Me pareció interesantísimo cuando Sookie fue a comprar ropa de bebé con Tara«. Muchas diréis que ella es la escritora y la que tiene el poder. Que puede hacer lo que quiera, y, sobre todo, que no tiene que llevar a cabo lo que quiere la mayoría de sus lectoras. ¿Qué tipo de escritora sería si lo hiciese? ¿Una escritora comercial? ¿Charlaine comercial? ¡Lagarto, lagarto! Sin embargo, tampoco es muy lógico lo que ha hecho finalmente, ¿no créeis? Quedaros con términos como lógico y razonable, todo se basa en ello, al fin y al cabo.

Los defensores lame-posaderas de Charlaine apuntarán que Sookie no ha terminado ni con Sam, ni con Eric. La propia autora se empeña en decir que Sookie acaba sola y feliz, dueña de su propia vida, como si eso pudiera salvarla de la hoguera. Entonces, ¿qué necesidad hay de involucrar a la protagonista con Sam, que más que un amigo pagafantas es casi un hermano? Hubiera entendido que acabara con Quinn, con Alcide, incluso, con Bill-Vampagafantas… ¿¡pero con Sam!? ¡Si me quedaba un 20% de libro por leer, y ni siquiera había tenido un pensamiento lujurioso acerca de él! ¿Qué es ésto? ¿Candy, Candy?

Muchas diréis que este final es el más razonable. Que Sookie es un ser de luz, que con todo el derecho del mundo quiere ser madre, dedicarse a dejar impoluta su casa y tomar el sol en bikini; que, evidentemente, con Eric no iba a tener ninguna de estas cosa, tan indispensables, de repente, para ella… En cambio, lo lógico, lo razonable, es que terminara intimando con Sam, el eterno amigo… El momento en el que se enciende la llama, que no ha sido capaz de encenderse a lo largo de doce libros, es, sinceramente, patético. De repente, eres mi amigo; de repente, quiero que me bajes las bragas ¡ya! ¿Eso quién se lo traga? Desde luego, yo no. ¿Alguien lo entiende?

Pero, claro, es lo lógico

Sookie no quiere ser un vampiro, ni vivir con un vampiro, aunque durante diez libros se ha puesto constantemente cachonda con ellos, para terminar enamorándose de uno, vikingo y rubio… Pero, claro, como ella es humana (aunque con matices fae), y no quiere ser vampiro… ¡es imposible que exista una relación lógica! De ésto también se encarga Charlaine de explicárnoslo por activa y por pasiva en el libro, porque parece que nos cuesta entenderlo. ¡Somos tan estúpidas, verdad? Está claro que no hay futuro para ellos… Ella es humana, el vampiro… ¡no way!

Sin embargo, habría que explicarle a la buena mujer que ella no es Jane Austen, y que por supuesto ésto no es Orgullo y Prejuicio. Ésto es romance paranormal, le guste o no. Hay hadas, vampiros, hombres-tigre,… en definitiva, mucho tío bueno en pelotas y corazones comprometidos. ¿Es que toda la imaginación que ha desplegado para crear este mundo maravilloso no ha bastado para darle una vuelta de tuerca al asunto y que todo terminara como debía de terminar? ¡En el espacio/tiempo que ha creado, señora Harris, puede pasar casi de todo!

Por otro lado, ahora, después de doce libros, ¿realmente importa que Sookie sea humana y Eric vampiro? ¿No fue capaz la autora de preveer ésto y de atajar el asunto un pelín antes? No sé… ¿cuatro, cinco, seis libros antes? Pero claro, ¿qué hubiera sido de la saga Vampiros Sureños si Charlaine hubiera separado, definivitivamente, como lo ha hecho en esta horrible libro trece, a Sookie y a Eric en la quinta entrega? Pues que no hubiera vendido tanto… Esa es mi opinión.

Quizás suene muy drástica, pero me hubiera parecido más digno que matara (literalmente) a Eric antes de hacerle lo que le ha hecho. Sinceramente, en Harris aprecio cierto grado de maldad incomprensible. Para mí, hubiera sido mejor que lo hubieran asesinado, que lo hubiera pillado un coche cargado con miles de estacas, o que se hubiera puesto a tomar el sol, a poder ser desnudo, olvidándose completamente de que era un vampiro. Sookie hubiera pasado por un corto duelo, todo lo breve que Charlaine viera conveniente, y se hubiera liado, a la larga, con el perro, si es que así tenía que ser el asunto. ¿Pero era necesario humillar tanto Eric?

Porque fijaos cómo es la película. No sólo intenta por todos los medios ponerlo mal ante nuestros ojos, recuperando una versión amplificada y denostada del Eric del primer libro: frío, distante, que apenas aparece en escena, ni se implica en ningún problema de Sookie; sino que, para más inri, Sookie lo deja en menos de seis páginas, sin un vuelta atrás, sin un beso/polvillo de reconciliación… Vale que Sookie es rápida como el coyote cerrando relaciones, pero no se puede terminar una relación en un pispás, cuando ha costado lágrimas de sangre comenzarla. Qué leches… ¡que es Eric Northman! ¡El vampiro rubito que aparece, al lado de Sookie, en todas las portadas de la saga!

Encima, el pobrecito mío, además de darle una gran suma de dinero a su exmujer, se vincula 100 años más a la reina de Oklahoma, sólo para asegurar la vida de Sookie. Por supuesto, ésta no dedica ni medio párrafo a reflexionar sobre el asunto, y a pesar de que él deja claro que la quiere y que debería haberla convertido (por qué no lo hiciste, coila!), se marcha a Oklahoma, solo, sin sus hijas, a hacer de consorte-títere. ¡Venga! ¡Aceptamos pulpo como animal de compañía! Si nos vamos a poner a cambiar radicalmente la personalidad de los personajes, vamos a hacer que Quinn, en vez de convertirse en tigre, se convierta en gatito. Y, ya que estamos, vamos a hacer que a Sookie se le despierte de repente el interés por convertirse en una dominatrix embutida en cuero negro, que ahora está de moda. O mejor, que de repente se quiera convertir en vampiro, o que, de repente, Eric vuelva a perder la memoria y lo deje todo por ella… ¡Hay muchísimas posibilidades!

Si Eric Northman, personaje fuerte, seguro, masculino y sexy, termina siendo un esclavo sin personalidad, sin pena ni gloria… ¿qué nos impide hacer todas esas cosas tan poco lógicas? ¿por qué diantres no se ha podido inventar una realidad compatible para la pareja que éste formaba con Sookie? Si estamos hablando de lógica, de ser razonables… ¿cómo es posible que un personaje cambie tanto de la noche a la mañana? ¡O somos lógicos o no lo somos! Basta ya de medias tintas…

Intento pensar que el final que ha otorgado la autora al personaje de Eric Northman tiene como fin la dignificación esté, aunque haya acabando pareciendo lo contrario. Es decir, que se intente exhaltar la figura del sheriff en base al sacrificio que este hace, las penurias a las que se somete, aún amando a Sookie. Sin embargo, también son múltiples las referencias que se realizan, a diestro y siniestro, sobre el carácter arribista y sin corazón del vikingo, situando su matrimonio con la reina como una oportunidad y no como una condena. Sea como sea, el destino que le ha tocado, más que glorificarlo, lo que hace es dejarlo a la altura del betún. Más que admiración, provoca pena ¡Por favor, que estamos hablando de Eric Northman!

En fin, en el capítulo dos de la cuarta temporada de True Blood, antes de que Eric pierda la memoria, éste le dice a Sookie:

Hay dos Sookie Stackhouse: La que se aferra a la idea de que es una simple humana y la que ya está empezando a aceptar que es mucho mejor que eso.

Evidentemente, Charlaine y Sookie se quedaron con la solución más cómoda pero menos épica. Sólo nos quedará la fanfic, para saber cómo podían haber sido Sookie y Eric en una realidad paralela más justa. A Charlaine, sólo podemos darle las gracias por los primeros 10 libros de su increíble saga. En el momento en el que el dinero y lo-que-sale-en-la-tele tuvo más importancia que sus fans y sus historias, perdió todo mi respeto.

¿Y sabéis que es lo peor de todo? Que después de recordar a Eric Northman, los buenos momentos que me ha hecho pasar, lo que he disfrutado y lo que he sufrido por él (sobre todo en este último libro) no veo el momento de volver a leer de nuevo la saga. Por lo menos, hasta el libro 10, sin pensar en el horrendo final que dará al traste con toda la historia en un futuro. Volverlos a leer sólo para recordar que hubo un tiempo en el que pensé que eran los mejores libros que tuve la oportunidad de leer, y en el que Eric Northman era el centro del universo de Sookie Stackhouse, y del mío. 🙁

Escrito por El Ojo Lector

Soy El Ojo Lector y me encanta leer. Vivo en Sevilla (Andalucía, ES), con mi novio y mi chihuahua-pantera Panchito. Soy fanática de Los Beatles, me encantan los frijoles, el sushi, los macs, el Real Betis Balompié y las películas de Rocky. Desde 2008, leo y reseño en la sombra. Recomiendo libros. No esperes críticas edulcoradas; no las encontrarás, para bien o para mejor :)