Reseña

Al igual que la Trilogría Crossfire, Noventa días de M.C. Andrews, es una pseudocopia de la de Cincuenta Sombras de Grey. Recuerdo que, cuando leí los libros de E.L. James, la gente se escondía mientras los devoraba. Tapaban las cubiertas de sus ejemplares para que nadie supiera que estaban leyendo novelas guarrindongas. Ahora, no sólo todo el mundo habla de ellas abiertamente, como si fuera el nuevo cuento de Los Pitufos, si no que, en cualquier librería a la que vas, encuentras mesas y mesas llenas de libros en cuyas portadas no faltan tacones de aguja, medias de rejilla y carmín… En fin, la moda.

En su momento, os dije que me había gustado la Trilogía Crossfire de Sylvia Day porque, aunque era una copia indecente de Cincuenta Sombras, tenía cierto toque diferenciador que la hacía interesante. Pero no me ha ocurrido lo mismo con el  libro de Andrews. Podéis pensar que puedo ser víctima de un cierto empacho, con tanta literatura erótica, pero no es el caso. Noventa Días se lee a muy buen ritmo, de hecho, lo terminé en unas 6 horas. A mi parecer, está mejor escrito que el resto de sus compañeros de estantería: no es tan soez, utiliza algunas técnicas narrativas como el flashback… Y, bueno, se desarrolla en Londres, algo que para mí es un plus. Pero, a fin de cuentas, es más de lo mismo: chica mojigata, psicosexualmente virgen, primer trabajo, y jefe guapo, machote, dominante y rico. Ambos con problemas psíquicos que les persiguen desde el pasado… ¿os suena?

No obstante, no es tan excitante ni tan imaginativa como las novelas con las que la he comparado desde un principio. Se vuelve un poco al tema del BDSM, al castigo, a la recompensa y a los juguetes sexuales, pero aún así creo que le falta chicha. No llega a impactar tanto en el lector como en otros casos señalados. No es demasiado sugerente a mi entender.

Aún así, si he de ser franca, lo peor es el final. Sí, queridos amigos, nos encontramos ante un nuevo caso de tengo que acabar ya este libro que tengo al taxi esperando en la puerta o de tengo que terminar el libro por que el ordenador se autodestruirá en 3, 2,... Cuando empecé a leerlo, sabía que no tenía continuación, por ello, cuando llevaba tres cuartas partes del libro empezó a aparecer en mi cerebro la eterna duda en estos casos: «Esto está muy crudo y apenas quedan páginas para resolverlo todo«. Pues bien, el desenlace se dibuja en apenas dos páginas, te quedas con cara de qué-ha-pasado-aquí y empiezas a informarte sobre M.C. Andrews y de la posible continuación de su novela inacabada, Noventa Días. Y, por lo visto, parece ser que hay un relato corto llamado La cinta en la que Daniel Bond, el prota masculino, explica un poco el asunto. Si hablamos en clave informática, podríamos estar ante un parche, una actualización literaria, para subsanar una gran cagada (¿?¿?¿?). En estos casos, siempre me pregunto: ¿no había un editor que le comente a la escritora «oye, monina, creo que en el camino de tu casa a la editorial se te han caído 100 páginas del libro«? Pues parece que no.

En fin, no merece mucho la pena comprarlo. No perdáis el tiempo: más de lo mismo y con un final deprimente.

Escrito por El Ojo Lector

Soy El Ojo Lector y me encanta leer. Vivo en Sevilla (Andalucía, ES), con mi novio y mi chihuahua-pantera Panchito. Soy fanática de Los Beatles, me encantan los frijoles, el sushi, los macs, el Real Betis Balompié y las películas de Rocky. Desde 2008, leo y reseño en la sombra. Recomiendo libros. No esperes críticas edulcoradas; no las encontrarás, para bien o para mejor :)